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Lo Siento Mi Hijo
Cuando mi esposo y yo separamos, mi hijo necesitaba más de lo que le podía dar
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arte por John Morgan

Cuando mi segundo hijo Steven tenía 6 meses, me separé del papá de mis hijos. Entonces mi vida cambió totalmente. Tuve que cuidar a Steven y a su hermano mayor Stuart, de sólo dos años y seguir trabajando. Aquí es donde empieza la etapa más dolorosa de mi vida.

Yo ya tenía un poco de problemas con Pedro antes de quedar embarazada de Steven. Al principio yo quise embarazarme y Pedro no quería, pero al final de cuentas fue un embarazo planeado por los dos.

El empezaba con irse a pescar y a jugar fútbol con frecuencia. Cuando se llegaba el fin de semana y yo le decía “Vamos al parque con Stuart,” el me decía “Llévalo tú porque yo estoy cansado.” Yo me ponía a llorar y no lo llevaba porque yo estaba acostumbrada a andar siempre con Pedro a todos lados.

Separación y Depresión

Aunque Steven fue un bebé planeado, nuestra vida familiar no seguía muy bien después de que nació. Pedro a veces no tenía trabajo. Cuando mi Steven cumplió 4 meses Pedro y yo entramos los dos a trabajar a un restaurant para ganar más dinero

Yo trabajaba por la noche y él por la mañana y de esta manera yo cuidaba a los bebés en la mañana y él por la tarde. Sentí que nuestra vida matrimonial empezaba a componerse económicamente pero sentimentalmente no estaba mejor, sino peor. Finalmente, Pedro y yo nos separamos.

Cuando Pedro y yo nos separamos, caí en una depresión. Lloraba todo el tiempo y aguantaba dolores de cabeza muy fuertes.

Para tratar mis sentimientos, me dedicaba al trabajo y no le ponía mucha atención a los bebés. Para mi, me daba tristeza al ver la diferencia de la vida entre mis bebés. Steven pasó mis regaños y mi desesperación, mientras mi Stuart a esa edad compartía su vida con papá y mamá.

El Mejor Niñez

Cuando nació mi primer bebé, Stuart, yo disfruté mucho, y Pedro y yo pasábamos mucho tiempo con él. Tratábamos de darle la mejor niñez que era posible.

Yo quería que fuera un niño muy inteligente. Yo escuché que si tú le hablabas a los bebés diciéndoles lo que tu querías ellos iban a hacer eso. Entonces cuando él era un bebecito y dormía, yo le hablaba al oído y le decía, “Stuart, tú tienes que ser un bebé muy inteligente que te debe de gustar mucho ir a la escuela, para que cuando seas grande tengas un trabajo importante donde tu mandes. Siempre debes de ser un niño bueno.”

Después de una larga búsqueda, encontré una guardería para Stuart, y volví a trabajar cuando el tenía 8 meses. Claro que no era todo lo que yo quería en una guardería pero fue un lugar donde yo sabía que lo iban a cuidar muy bien. A mi me daba mucho gusto ver como mi Stuart iba creciendo. Ya empezaba con el típico juego donde le decías “Give me five,” y con mucha emoción te daba la palmada tan fuerte.

Enseñándole en la Casa

Pedro y yo siempre teníamos el propósito de que Stuart aprendiera y procurábamos enseñarle cosas nuevas. Cuando íbamos a hacer la compra, yo le iba enseñando el nombre de las frutas y las verduras. En la calle le decía, ese es un carro, el bus, camión. También llevábamos a Stuart a la biblioteca a leer libros, y pedíamos los libros para llevarlos a casa.

Cuando Stuart tenía un año y 2 meses, una amiga me platicó acerca de clases especiales para niños. Pregunté a mi trabajadora social, pero me dijo las clases solo eran para niños con problemas como de habla o con otros problemas. Pero yo pedí la evaluación y me dijo que pudo asistir a la escuela. La escuela me sugirió que una maestra viniera a la casa 3 veces cada semana por una hora para que Stuart no se fuera a retrasar en su aprendizaje.

Cuando por fin logré que le dieran las clases a Stuart, eso me hizo sentir muy bien y contenta como madre. Las dieron hasta que cumplió 3 anos. Me sentía tan orgullosa de él porque ya se sabía los colores, los números, el ABC, y mejoró mucho su habla. Aparte yo le pedí a Pedro que compráramos el Ingles sin Barreras para niños y de esta manera Stuart fuera practicando inglés. Cuando se terminaron las clases, yo le ponía los videos y así el aprendió nuevas cosas.

Siempre te Amamos Mucho

Cuando yo estaba embarazada de mi Steven, Pedro y yo preparamos a Stuart sacando un libro de la biblioteca llamado, “La Llegada del Bebé.” Lo recuerdo bien. Era la historia de una mamá embarazada que estaba lista para ir al hospital a que naciera el bebé. Cuando regresa a casa, ella tiene el bebé en los brazos.

Yo le decía a Stuart, “Mira aquí adentro de mi pancita tengo un bebé que va a ser tu hermanito y cuando el nazca no te debes de enojar porque papá y yo siempre te vamos a amar mucho.” Stuart me decía, “OK, Mami,” y me abrazaba y me besaba la panza.

Cuando ya estábamos en la espera de que naciera mi Steven, le pedí a Pedro que adornáramos el cuarto para que se viera bonito y darle la bienvenida a mi Steven. Muy pronto, el nació.

‘Donde Esta Papi?’

Después de la separación de Pedro y yo, mis bebés y yo sufrimos mucho. Me tocó ayudar a Stuart en ese proceso de entender la separación de su padre. Stuart me preguntaba, “¿Donde está mi Papi? Lo extraño.” En esos momentos a mi se me salían mis lágrimas y no sabía ni que contestarle. Le inventaba que Pedro había tenido que ir a trabajar muy lejos y que después lo iba a venir a ver a su hermanito y a él.

Pero Steven sufría lo más. En ese tiempo, yo trataba a Steven como un niño y no como a un bebé. Lo regañaba si él quería algo. Si lloraba, me ponía más de malas y le decía que se callara.
Recuerdo que un día, mi Steven, solo un bebé de 6 meses, estaba llorando y me puse enojada. Le grité, “Ya cállate ahora! ¿Que quieres?” y me salí del cuarto. Me dirigí a la cocina y me quedé pensando "¿Que estoy haciendo? Es un bebé y no tiene la culpa de lo que pasa.” Regrese al cuarto llorando y lo cargué y le dije, “Perdóname bebé tú no tienes la culpa.” Lo abrace y lo bese tantas veces hasta que yo me sentí mejor.
Claro que no todo el tiempo era así, también lo mimaba, le hacia cariños, pero me duele darme cuenta que no fue lo mismo que con Stuart.

Mis Bebés Me Necesitaban a Mi

Yo sabía que las vidas de mis hijos no iban a estar bien si yo no estaba bien, y mis bebés me necesitaban a mi. Mis bebes eran la razón principal que yo tenia para no dejarme vencer por completo.
Afortunadamente, algunas personas me ayudaran a no caerme por completo. Gracias a Dios siempre conté con el apoyo de mi comadre CERE, y mi hermana que yo sé que me querían demasiado.

También, seguí con terapia durante este proceso y me ayudaron mucho a entender que mi mundo no se terminaba con la separación sino que tenia que ser más fuerte día a día. Recuerdo cuando yo llegaba a una cita llorando por lo mal que me sentía. El desahogarme con ella me ayudó. Ella me escuchó y me dijo: “ Yadira, tú eres una gran mujer y estás saliendo adelante sola y yo entiendo que te sientas triste pero es una situación difícil de afrontar pero todo está bien, úu puedes.” Oh! Esas palabras realmente me hacían sentir bien.

Ella me sugería que tratara de ocupar mi tiempo llevando a los bebés al parque, y que les leyera un libro por la noche. Pues así lo hacía, trataba de mantener la calma cuando los bebés hacían travesuras.
Por un tiempo, salí con un amigo quien siempre era tan lindo conmigo y con mis hijos. Recuerdo que en un día de Halloween, me acompañó a comprar los disfraces para los bebés, y los sacamos a pedir dulces. Aunque sentía una alegría mientras estaba con él, al regresar a la casa era lo mismo. Me deprimía.

Finalmente, tomé la decisión de irme a México con los bebés para vivir con mi familia. Vivir de nuevo con mi mamá, y tener la oportunidad de descansar y dedicarles más tiempo a mis bebés, me ayudó mucho.

Me Quedo con Sentimientos de Culpa

Después de un año en México, mis hijos y yo nos regresamos a Nueva York en el otoño.

Aunque puedo decir que mi depresión por la separación con Pedro ya está un 75 por ciento superada, todavía no tengo el tiempo que quisiera con mis bebés por mi horario del trabajo. A veces quisiera no tener que trabajar y así estar con ellos en casa enseñándoles y demostrándoles amor a mis hijos.

Ahora Steven tiene 3 años de edad y siento que le he dado más de mi tiempo. Siempre lo abrazo y lo beso diciendo le que es mi bebé. (Aunque a veces no se si esta bien porque ahora Pedro le pregunta, “¿Tú eres mi bebé?” y él dice “No.” Y Pedro le pregunta “¿Y eres el bebé de Mamá?” él dice “Si.”)

Mi Steven es un niño un poco inquieto y flojito a la vez, porque algunas veces quiero sentarme con él a hacer dibujos o a que vea los videos como lo hacia Stuart, pero solo lo entretengo 5 minutos y ya se levanta a hacer otra cosa.

Me siento con él a hacer tarea, que es algo que le cuesta trabajo, pero lo hacemos. Me siento tan orgullosa de él porque esta aprendiendo hablar sus frases de inglés en su guardería.

Pedro me dice que Steven es un niño que de todo llora y que no obedece porque hay algunas veces que lo regaño pero después lo consiento mucho. Talvez eso sea cierto. Lo que me lleva a hacer así con él es mi sentimiento de culpabilidad de no haberlo tratado como a un bebé cuando me necesitaba.

Yo creo que este sentido de culpabilidad va a tardar mucho tiempo en quitarse de mi corazón. Hasta ahora, vivo con el temor de que un día Steven me reproche por la diferencia de tratos entre él y Stuart. No creo que pueda descansar hasta que un día cuando Steven esté grande y pueda hablar con él y yo le escuche ddecirme, “No te preocupes Mami, todo esáa bien y yo no me siento mal por lo que pasó. Yo entiendo”

Orgullosa de Mi Misma

Stuart ya tiene 5 años y este verano se gradúa de Kindergarten. Me siento orgullosa de mis hijos, los dos son tan lindos y muy guapos. En la noche, cantamos muchas canciones y me dicen que soy la mejor mamá del mundo, y me siento orgullosa de mi misma.

Ahora volteo tres años atrás y me veo de pie y dispuesta a luchar y a seguir adelante, siempre en la compañía de mis hijos.

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