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Luchar Para Una Educación
Encontré una escuela mejor para mi hija
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arte por Gary Smith

Cuando mi primera hija entró a pre-kinder me di cuenta de lo importante que es que los padres nos involucremos en la escuela.

Cuando Liliana estaba en kindergarten nos habíamos cambiado de apartamento. Por ese motivo cambié a mi hija de escuela. Mi hija se sentía triste porque había dejado sus amigos y también porque la escuela que había dejado era una escuela muy agradable, limpia, con mucho orden. Todo el personal era amable. Aunque casi no había hispanos o personas que hablan español, cuando entrabas a la escuela te podías sentir bien porque todas las persona eran amables y te buscaban la información que necesitaras. Bueno era un amor. Hasta había clase para los padres para aprender inglés y tenían talleres. Yo fui a estas clases y talleres el año y medio que mi hija estuvo en esta escuela.

La nueva escuela a la que mi hija estaba asistiendo era muy diferente. Desafortunadamente no tenía nada que ver con la otra escuela. Era desordenada, sucia, y cuando tenía dudas de algún paseo de mi niña y subía a la oficina, no me atendían. Me decían que esperara o que viniera más tarde. En los seis meses que mi hija estuvo ahí, puedo decir que mi hija estuvo aburrida, no se sentía a gusto. Todo lo que le estaban enseñando ya lo había aprendido en la otra escuela.

Era mi preocupación saber que mi hija no se sentía bien. Algo dentro de mí me decía que tenía que hacer algo y no podía pensar si tenía residencia o si no hablaba inglés. Solo mi mente estaba fija para hacer algo sin saber nada preguntando por mi cuenta, averiguando hasta encontrar una solución.

Sobre mi derechos sabía solamente lo que escuchaba en las noticias en la televisión, como que todos los niños deben de recibir educación sin importar el estado migratorio de los estudiantes o sus padres

Empecé mi investigación. Aunque nadie era amable en esta escuela, yo estuve ahí mañanas completas para saber como cambiar a mi hija a otra escuela. Por último me dijeron que no podría cambiarme porque las escuelas estaban por áreas. Dependía el área que yo vivía. Me preocupé y fui a otras dos escuelas. En una me dijeron exactamente lo mismo y sentí como que no iba a poder cambiar a mi hija de esa escuela donde se sentía tan aburrida y sin ganas de ir más a la escuela.

Cuando visité la segunda escuela fui muy seria y segura de mi misma y dije— Buenos días, necesito información para registrar a mi hija.

Secretaria— ¿Para que grado?

Yo—Primer grado.

Secretaria—vamos a ver si tenemos lugares. ¿Dónde está la niña?

Yo—Bueno mi hija esta en otra escuela pero me gustaría cambiarla porque hay muchos inconvenientes.

Secretaria—Si su hija ya está matriculada en otra escuela no puede matricularla otra vez pero le puedo dar la dirección del distrito para vaya y de sus razones tal vez puedan ayudarla.

Yo—Gracias.

Tomé la dirección que me dio escrita en un papel y sin pensarlo más en ese momento llamé un taxi y fui al distrito. Llegando a este lugar me preguntaron, — ¿Qué necesitas?

—Necesito cambiar a mi hija de escuela.

—¿Tiene quejas de la escuela?

Rápidamente le contesté— Sí

—Esperé como 15 minutos y pasé con una señora que me ayudó.

—¿Porque quieres cambiar a tu hija?

—Mi hija no se siente bien en esa escuela. Nos mudamos de apartamento. Estaba en una escuela muy diferente a la que ahora . Lo más importante es que en casi cuatro meses la niña no ha aprendido nada. La escuela es sucia, desordenada, no siento que sea un buen ambiente para mi hija.

—Esta bien, vamos a llamar para cambiar a tu hija.

—Yo quisiera que me la cambien para escuela PS 24.

—Vamos a ver si hay lugar.

—Sí que hay lugar para primer grado. Yo hablé ya con la secretaria de PS 24.

—Entonces está bien, solo tengo que llamar para hacer el cambio. Te voy a dar unos papeles sobre los derechos de los estudiantes que tienen los padres para que los leas. Que bueno que te preocupes por tu hija. Son muy pocos los padres que vienen aquí y más pocos son las madres que no hablan por no decirte que ninguna.

—Gracias yo voy a leer todos estos papeles.

Cuando llegué a casa le dije a mi hija, Te tengo una muy buena noticia.

Lili – ¿Qué, mami. Ya no voy a ir a esa escuela?

– Ven siéntate conmigo.

Lili me dijo con entusiasmo. – ¿Qué mami! Me voy a regresar a mi escuela?

– Tenemos una nueva escuela. Se ve bien. Yo creo que te va a gustar, solo tenemos que esperar que termine el kindergarten en esa escuela en que estás, mi amor.

Le di un beso en la frente y la vi más animada y sin tanta ansiedad.

Cuando terminó el año escolar, nos pasamos un verano yendo al parque y a la biblioteca, los lugares que más visitamos hasta hoy en día.

Cuando llegó a su nueva escuela, estábamos contentas, emocionadas. Conocimos a su maestra, quien era muy agradable. La expresión de mi hija fue de felicidad al ver un salón grande con computadoras, con su nombre en la puerta y con su nombre en su mesa y su silla. Ahí la dejé a 8:30 y cuando la recogí a 3:00 estaba ahí en la puerta de su salón.

Yo - ¿Como te fue Lili?

Lili – Esta escuela sí me gusta y mi maestra también y mi salón y todo todo me gusta.

¡Estaba contentísima! y yo también.

Ahora está en el séptimo grado y cada vez que ha habido un problema en la escuela, yo contacto a la maestra el mismo día en cuanto mis hijos me lo comunican. Con los folletos que me dieron de los derechos que tienen los estudiante en el distrito escolar, ahí dice que los “padres somos los abogados de nuestros niños” y si lo he tomado, no importa que ya no hable inglés. A veces me frustro y me siento mal o triste que no he aprendido inglés, aunque ahora entiendo algo cuando voy sola pues me sale mi corto inglés.

Al principio, solía llamar, pero me di cuenta de que cuando yo llamo, ellos tienen tiempo para suavizar el problema, difuminarlo, quitarle importancia. Por esa razón, ahora cuando mis hijos tienen algún problema, por pequeño que sea, voy al otro día a primera hora, explico el problema y que me expliquen, los maestros a hasta la misma directora y asistente principal aunque no tenga cita.

Pero cuando se trata de mis hijos, yo voy hasta el fin del mundo si es necesario. Después que yo veo a mis hijos tranquilos y a gusto en su escuela, con maestros agradables que realmente se preocupan por enseñarles.

Hasta ahora, no he podido compartir mis experiencias, porque cuando logré cambiar a mi hija de escuela, me dicen que no diga nada porque todos los padres van a querer cambiar a sus hijos de clase. Cuando otras madres me preguntaban, ¿Como lo hizo? solo les digo, “Calladamente. Vayan a la dirección y traten con la directora.”

Algunas personas me dicen, —¿Por qué cambiarlos? Todas las escuelas o clases son iguales

Yo digo – Nuestros niños pueden estudiar mejor donde se sienten bien, y nosotras como madres debemos de escuchar a nuestros hijos y ayudarles a encontrar una situación que les apoye.

(back to top)

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